Tifus de los Matorrales: La fiebre de una enfermedad emergente

Tifus de los Matorrales: La fiebre de una enfermedad emergente


Se trata de una enfermedad provocada por la mordedura de un ácaro en estado larval, que inocula una bacteria, desencadenando síntomas como fiebre, dolores de cabeza y una característica lesión necrótica en la piel. Endémica del Asia Pacífico, esta enfermedad va presentando cada vez más casos en nuestro país.

Compartir

Las enfermedades infecciosas están emergiendo en todo el mundo. Una prueba de esta afirmación es el tifus de los matorrales, cuyo primer caso reportado en Chile data de 2006.  Para conocer más acerca de esta enfermedad, conversamos con el Dr. Gerardo Acosta, médico veterinario del Consejo Regional De Los Ríos de Colmevet, académico de la Universidad Austral, y que integra el grupo multidisciplinario Chile Rickkettsias y Zoonosis, que está conformado por investigadores de las universidades Católica, Desarrollo y Austral, en colaboración con científicos nacionales e internacionales.

El Dr. Acosta describe el tifus de los matorrales como “una enfermedad vectorial, que se transmite a las personas por la picada de un ácaro trombicúlido o chigger, que tiene un ciclo silvestre. El adulto de este ácaro está en la vegetación, en el suelo, en la hojarasca. Pone sus huevos, que eclosionan y se transforman en larvas, que parasitan externamente a los roedores silvestres. De ahí, pueden pasar a las personas, provocando una picadura que inocula la bacteria, que se llama Orientia, perteneciente a la familia de las rickettsias y sabemos que existen tres especies en el mundo, una en nuestro país, que nuestro grupo la describió como una especie nueva y la clasificamos como Orientia chiloensis, ya que en Chiloé fue el primer lugar donde descubrimos casos en personas”.

La picadura de esta ácaro en estado larval no provoca dolor, solo genera una lesión eritematosa, que después se convertirá en una lesión necrótica, negra, muy característica, similar a la quemadura de cigarrillo. Adicionalmente, la infección va a generar fiebre, malestar general, dolor de cabeza, escalofríos y sudor nocturno abundante. Para esta enfermedad “el tratamiento antibiótico funciona bastante bien. Los médicos están detectando esta enfermedad mucho mejor, porque antes no la conocían y hacían diagnósticos erróneos. Ahora, existe una alerta epidemiológica, está protocolizado su tratamiento y se han realizado capacitaciones a médicos de zona, que son quienes están diagnosticando principalmente a gente local, que representa el 70% de los casos. El 30% restante corresponde a viajeros que visitan las zonas y regresan a su lugar de origen”, agrega el Dr. Acosta.

Como señala el investigador, los casos se han presentado en la zona sur de nuestro país. “El caso más al norte reportado ocurrió en los Altos del Biobío, en Ralco. Y de ahí al sur, en todas las regiones, hasta la Isla Navarino. Son más de 2 mil kilómetros de distribución. Pero creemos que esto está mucho más extendido, incluso investigadores en Brasil, en Perú o en Colombia han reportado personas seropositivas a esta bacteria, pero sin casos todavía. Pero lo más probable es que esta enfermedad esté mucho más extendida en el continente”.

La enfermedad en animales

Si esta enfermedad se presenta en personas que están expuestas a entornos silvestres, es válido preguntar si tiene el mismo efecto en animales de compañía. Al respecto, el Dr. Acosta señala que “el 2018 publicamos un estudio de seroprevalencia de anticuerpos en perros en Chiloé y descubrimos que sobre el 20% de los perros tenían anticuerpos contra esta bacteria, pero no encontramos ninguna signología clínica cuando los fuimos a visitar, por supuesto,  sin saber en qué momento estuvieron expuestos a la bacteria o si desarrollaron alguna signología. Probablemente, se da mayoritariamente en perros rurales, que quizás los dueños no los están observando y terminan sanándose por sí solos. Entonces, sabemos que es posible que se puedan afectar mascotas, sin que estas sean reservorios de la bacteria. En esta enfermedad, el ácaro es el reservorio de la bacteria”.

En este contexto, extiende una invitación a las y los médicos veterinarios del ámbito clínico; “sería muy interesante si es que alguno de los colegas tiene algún indicio de mascotas que viven en zonas rurales y que llegan a la consulta con fiebre de origen desconocido, reexaminen a esos animales y ver si tienen una pequeña costra negra (escara) en la piel. De ser así, informar y tomar muestras de la escara o de sangre para evaluar si está la presencia de la bacteria en mascotas, porque son muy pocos los casos que se han diagnosticado en el mundo”.

En caso de que médicas y médicos veterinarios observen esta signología clínica en pacientes en su consulta, pueden contactar directamente a este equipo de investigadores al perfil de Instagram @chilerickettsiayzoonosis.


Compartir
Califica la noticia